viernes, 27 de mayo de 2011


Cáncer hepático

El hígado está compuesto de diferentes tipos de célula. Por esto, se pueden formar varios tipos de tumores malignos (cancerosos) y benignos (no cancerosos) en el hígado. Las causas de estos tumores son diferentes, se tratan de maneras distintas y tienen un pronóstico diferente. El cáncer de hígado es una enfermedad en la que las células del hígado se hacen anormales, crecen fuera de control y forman un tumor canceroso. Este tipo de cáncer se llama cáncer primario de hígado. El cáncer primario de hígado se llama también hepatoma maligno o carcinoma hepatocelular.

Tumores Benignos

Eran considerados como tumores infrecuentes en el hígado, hasta la aparición de hormonas anticonceptivas sobre todo orales. Es a partir del consumo de estos medicamentos, que se evidencia la mayor frecuencia de tumores benignos en el hígado. Estos son generalmente asintomáticos.

La clasificación de los tumores benignos en el hígado es la que considera el tejido del cual derivan. La clasificación más recomendable es la de Ishack and Goodman, que se transcribe a continuación:

• Tumores Epiteliales

Hepatocelular: Trasformación nodular, hiperplasia nodular focal, adenoma hepatocelular.
Colangio Celular: Adenoma de conductos biliares, cistoade-noma biliar.

• Tumores Mesenquiales

Tumores de tejido adiposo: Lipoma, fibrolipoma, angio-miolipoma
Tumores de tejido muscular: Leiomioma.
Tumores de vasos sanguíneos: Hemagioendotelioma infantil, hemangioma.
Tumores de tejido mesotelial: Mesotelioma benigno.
Tumores mixtos mesenquimales y epiteliales misceláneos: Hamartoma mesenquimal. Teratoma benigno, tumor de restos adrenales.

Restos celulares pancreáticos.

A continuación se describen algunos tumores más frecuentes, de variedad benigna:

Angiomas hepáticos: Son tumores congénitos, cuya característica principal es la neoformación de vasos según Aschoff. El tejido en que se sostienen los angiomas es de naturaleza conjuntivo fibrosa.

Existen diferentes tipos de angiomas, siendo los más frecuentes los de tipo cavernoso. Éste sigue en frecuencia de presentación a los tumores metastáticos. Son predominantes en el sexo femenino.

Clínicamente son poco manifiestos, casi asintomáticos, sobre todo cuando son pequeños. Pueden alcanzar grandes dimensiones, hasta de 30 cm de diámetro, condicionando dolor en el área hepática, naúseas o vómitos. Si se rompen, dan lugar a hemorragia intraabdominal.

Laparoscópicamente, se observan masas rojovinosas, de consistencia blanda, esponjosa y de bordes imprecisos. Sufren modificaciones en su evolución como:

Trombosis, calcificación, transformación fibrosa hialina o lipomatosa de su estroma, constituyendo las formas mixtas, supuración, osificación, degeneración neoplásica (angiosar-coma).

En los tumores pequeños tipo angiomas no complicados, la conducta es sólo de expectación. Cuando existe hemorragia, se opera de emergencia.

En los hemangiomas grandes y sintomáticos también se opera, practicando segmentectomías o lobectomías hepáticas. Puede en algunos casos hacerse embolectomía arterial o ligadura de la arteria hepática correspondiente.

• Hemangioendotelioma Infantil

Es considerado como la contraparte en el niño del heman-gioma cavernoso en el adulto. Es el tumor más común en la infancia, se presentan asociados a hemangiomas en piel. Cuando pequeños son asintomáticos; si son grandes, presentan crecimiento del hígado, insuficiencia cardiaca y heman-giomas cutáneos. Terapéuticamente, hay que controlar la insuficiencia cardiaca y luego evaluar si ha involucionado el tumor. El tratamiento quirúrgico es definitivo.

• Linfangiomas

Son una anomalía del sistema linfático. Tienen poca incidencia. Presentan canales linfáticos dilatados. El signo que predomina es la hepatomegalia. En la forma solitaria pueden evidenciarse como tumores de hasta 30 cm.

• Adenoma Hepatocelular

Esta tumoración es de presentación más frecuente a partir de la década de 1960 y está en correlación a la administración de anticonceptivos orales preferentemente. Los adeno-mas presentan dolor en el hipocondrio derecho o en el epigastrio, también presentan anorexia, naúseas y vómitos.

En oportunidades presentan un cuadro agudo de hemorragia interna por sangrado del tumor. El tratamiento es la resección quirúrgica del tumor. Pueden ser lesiones únicas de algunos centímetros, hasta de más de 20 cm. En los casos no quirúrgicos, se debe suspender la medicación y observar si regresiona.

• Hamartoma Mesenquimal

Tumoración rara, producto de una anomalía del desarrollo en la placa ductal. Se manifiesta en niños mayores de 2 años.

La presentación clínica es de un crecimiento abdominal progresivo, dolor, pérdida de peso, vómitos, diarreas, constipación. Macroscópicamente son tumoraciones solitarias y grandes de 20 cm de diámetro.

B. Tumores Malignos

• Cáncer Hepático

Al respecto es importante hacer algunas precisiones. En primer lugar, el cáncer a nivel del hígado puede originarse primariamente en él, a expensas de las células hepáticas que son el componente del parénquima hepático y que representa el 60% del volumen total del órgano o también en la mucosa de los conductillos biliares intrahepáticos. Se denomina hepatocarcinomas en el primer caso y colangiocarcinomas en el segundo. En ocasiones pueden ser hepatocolangiocar-cinomas. Los carcinomas primarios son de menor frecuencia que los carcinomas secundarios o metastásicos y difieren obviamente desde el punto de vista histológico, pues los últimos tienen la identidad y la estructura del órgano del que proceden.

• Cáncer Hepático Infantil

Otro aspecto a considerar, es que el cáncer primario del hígado infantil tiene una forma algo diferente al del cáncer en el adulto.

El cáncer hepático infantil es una neoplasia de poca frecuencia y se divide en dos grupos:

a) Hepatoblastoma,
b) Carcinoma Hepatocelular.

Prueba de la AFP

Los cánceres a veces pueden detectarse usando un estudio de la sangre que detecta una proteína llamada AFP (alfaproteína). Es normal que se encuentre la presencia de AFP en la sangre de bebés aún no nacidos, pero desaparece poco después de nacer. Si se detecta en la sangre de los adultos, puede que sea un indicador del cáncer de hígado (o de otro tipo de cáncer).
Las pruebas de AFP se pueden usar para detectar tumores iniciales en las personas que tienen un alto riesgo de padecer cáncer de hígado. Algunos tumores no producen mucha cantidad de esta proteína. Por lo tanto, cuando la AFP es lo suficientemente abundante para detectarse, puede que el tumor ya haya crecido demasiado para poder ser extirpado con cirugía, o que el cáncer se haya ya propagado fuera del hígado. Algunas enfermedades del hígado que no son cáncer también pueden aumentar los niveles de la AFP.

Ecografía

La ecografía (conocida también como ultrasonido o sonograma) es un estudio que usa ondas sonoras para formar imágenes de los órganos internos del cuerpo. Durante una ecografía es necesario recostarse sobre una camilla mientras una vara se mueve a través de la piel sobre la parte del cuerpo a ser estudiada. Esta prueba se usa en las personas que tienen ciertos factores de riesgo del cáncer de hígado para ayudar a detectarlo más temprano. Se pueden realizar pruebas de cualquier masa (tumor) en el hígado para determinar si se trata de cáncer, si es necesario.

¿Quién debe someterse a las pruebas?

Las personas con un riesgo más alto de cáncer de hígado pueden beneficiarse de las pruebas de detección (una prueba para la detección de una enfermedad se realiza antes de que la persona presente algún síntoma). Muchos doctores recomiendan las pruebas para ciertos grupos en alto riesgo. Esto incluye a las personas con cirrosis, especialmente para los casos graves en los que el paciente está en la espera de un trasplante de hígado. De otra manera puede que el cáncer comience durante la espera y que alcance un estado tan avanzado haciendo imposible la cura. Padecer cáncer de hígado también puede que la persona adquiera prioridad en la lista de espera para el trasplante.

Algunas personas con infecciones crónicas con el virus de la hepatitis B o C deben ser sometidas a las pruebas, tales como aquellas con un historial familiar de cáncer. Para las personas en otros grupos de riesgo, puede que los beneficios de someterse a las pruebas de detección no sean tan evidentes. Si usted considera que está en un grupo de alto riesgo, hable con su doctor sobre si someterse a las pruebas de detección es una buena idea para usted.

Síntomas del cáncer de hígado

La mayoría de las veces el cáncer de hígado no causa síntomas en sus etapas iniciales. Los síntomas a continuación podrían ser causados por cáncer de hígado, pero también podrían ser a causa de otros cánceres u otras enfermedades. Independientemente, si usted tiene alguno de los siguientes problemas, consulte con su médico inmediatamente:
  • Pérdida de peso (cuando no está tratando de perder peso).
  • Falta de apetito constante.
  • Sensación de llenura tras comer poco.
  • Náuseas o vómitos.
  • Fiebre.
  • Agrandamiento del hígado o protuberancia que pueda sentirse debajo de las costillas del costado derecho.
  • Agrandamiento del bazo (se siente como una masa debajo de las costillas del lado izquierdo).
  • Dolor en el abdomen o cerca del omóplato derecho.
  • Inflamación en el abdomen.
  • Picazón.
  • Coloración amarillenta de la piel y los ojos (ictericia).
  • Inflamación de las venas en la región del abdomen que pueden apreciarse a través de la piel.
  • Empeoramiento de la enfermedad en el caso de tener hepatitis o cirrosis.
Algunos tumores del hígado producen hormonas que actúan en otros órganos aparte del hígado. Estas hormonas pueden causar:
  • Altos niveles de calcio en la sangre, lo que puede causar náusea, confusión, estreñimiento, debilidad o problemas musculares.
  • Recuento bajo de glucosa en la sangre, lo cual puede hacer que sienta cansancio o desfallecimiento.
  • Aumento del tamaño de los senos y/o reducción del tamaño de los testículos en los hombres.
  • Altos niveles de glóbulos rojos, lo que puede causar enrojecimiento y sensación de rubor.
  • Altos niveles de colesterol.
Estos hallazgos pueden hacer que los médicos sospechen una enfermedad del sistema nervioso u otros problemas, en lugar de cáncer de hígado.

Pruebas para observar mejor el cáncer de hígado

Si presenta cualquiera de los síntomas, o si hay cualquier motivo para sospechar cáncer en el hígado, su doctor empleará una o más de las pruebas para determinar si realmente tiene la enfermedad. Se someterá a un examen físico y el doctor hará preguntas médicas sobre el estado de salud. Algunas de las pruebas que puede que se realicen se describen a continuación.

Estudios por imágenes

Estos estudios se usan para crear imágenes del interior de su cuerpo. Los estudios por imágenes pueden realizarse para ayudar a encontrar tumores que podrían ser cáncer, para saber qué tanto el cáncer podría haberse propagado y para ayudar a saber si el tratamiento está surtiendo efecto.

Ecografía o ultrasonido: este estudio se usa para encontrar masas en el hígado. Esta prueba utiliza ondas sonoras para producir una imagen del interior del cuerpo. La mayoría de las personas conocen la ecografía porque se usa a menudo para ver un bebé durante el embarazo. Esta es una prueba fácil de realizar. Usted se acuesta en una camilla, se aplica gel sobre su piel y se desliza un dispositivo en forma de varilla sobre su piel.



Tomografía computarizada (CT scan): en esta prueba se usa rayos X para producir muchas imágenes del interior de su cuerpo. Luego las imágenes se integran por computadora para mostrar imágenes seccionadas de la parte del cuerpo bajo estudio. Las tomografías computarizadas pueden ofrecer información precisa sobre el tamaño, forma y ubicación de cualquier tumor en el hígado u otras partes en la región del abdomen.




Imágenes por resonancia magnética (MRI): las MRI pueden ser muy útiles para observar los cánceres de hígado. En ocasiones se puede distinguir un tumor benigno de uno canceroso. También se pueden usar para examinar vasos sanguíneos en o alrededor del hígado.

En las imágenes por resonancia magnética se utiliza ondas de radio e imanes muy potentes en lugar de rayos X para la captura de imágenes. Una computadora produce el patrón de ondas radiales en una imagen detallada de las partes del cuerpo. Los estudios de MRI toman más tiempo que las CT. Puede que permanezca dentro de una máquina grande en forma de cilindro, lo que puede causar molestias a algunas personas. Las nuevas máquinas de MRI más abiertas se pueden usar en lugar de las máquinas de MRI convencionales.

Angiografía: esta prueba consiste de un procedimiento radiológico para examinar los vasos sanguíneos. Se inyecta un tinte en una arteria antes de que se tomen las radiografías. El tinte delinea los vasos sanguíneos en las imágenes, mostrando aquellos que suministran sangre al tumor maligno (cáncer) del hígado. Esto puede ayudar a los cirujanos a decidir si el tumor se puede extirpar y, de ser así, cómo planear mejor la operación.

Esta prueba puede resultar incómoda porque se debe insertar un tubo delgado (catéter) desde la ingle hasta la arteria del hígado. Por lo general se usan medicamentos para adormecer el área antes de llevar a cabo esto (anestesia local).

Además, la angiografía se puede hacer con un explorador de CT o MRI. Estas técnicas a menudo se usan en lugar de las radiografías porque pueden delinear los vasos sanguíneos en el hígado sin la necesidad de un catéter en la arteria.

Gammagrafía ósea: una gammagrafía ósea puede ayudar a detectar cáncer que se ha propagado a los huesos. Puede que los médicos no ordenen este estudio a menos que usted presente síntomas, tal como dolor de hueso, o si existe una probabilidad de que usted pueda recibir un trasplante de hígado para tratar su cáncer.

Para esta prueba, se inyecta una pequeña cantidad de sustancia con un bajo nivel de radiactividad a través de una vena. La sustancia se asienta en las áreas dañadas de los huesos de todo el esqueleto en el transcurso de un par de horas. Luego, usted se acuesta sobre una mesa durante aproximadamente 30 minutos mientras una cámara especial detecta la radiactividad y crea una imagen del esqueleto. Los cambios en los huesos aparecen como "puntos radiactivos" en el esqueleto, lo que puede sugerir la presencia de cáncer. Sin embargo, otras enfermedades de los huesos pueden producir el mismo patrón. Para hacer un diagnóstico preciso, podría ser necesario realizar otras pruebas como radiografías regulares o imágenes por resonancia magnética (MRI), o incluso una biopsia de hueso.

Otros métodos

Laparoscopia: en este procedimiento, un médico usa un tubo delgado con una fuente de luz conectado a una diminuta cámara de vídeo para observar el hígado y otros órganos. El tubo se inserta a través de un pequeño corte (incisión) en el frente del abdomen, con lo cual el doctor puede planear una cirugía u algún otro tratamiento. Además, los doctores pueden usar instrumentos pequeños a través de este tubo para extraer muestras de tejido que serán analizadas con un microscopio (vea la información sobre biopsia a continuación). Durante esta prueba se administran medicamentos para que se sienta relajado o somnoliento.

Biopsia: otras pruebas pueden sugerir que usted pudiera tener cáncer de hígado, pero en la mayoría de las veces la única forma de asegurarse es extrayendo una muestra del tumor y analizarla con un microscopio. Esto se conoce como biopsia (no obstante, en algunos casos, como en personas con cirrosis cuyas CT o MRI muestran un tumor hepático que probablemente sea canceroso, puede que no se haga una biopsia). Existen formas distintas para extraer una muestra del tumor.


 En algunos casos, se puede obtener una muestra de biopsia durante la cirugía para tratar el tumor. Si el tumor es grande, o se ha propagado por todo el hígado, se puede colocar una aguja hueca a través de la piel en el abdomen hasta llegar al hígado para obtener una pequeña muestra de biopsia. Primero, se adormecerá la piel en la que se colocará la aguja. También se puede obtener muestras de biopsia durante la laparoscopia (vea información anterior), cuando el médico esté observando la superficie del hígado y esté tomando muestras de cualquier área que no tengan un aspecto normal.


¿Cuál es el tratamiento para el cáncer de hígado?
El cáncer de hígado es difícil de controlar a menos que el cáncer se encuentre cuando es muy pequeño. Sin embargo, el tratamiento puede aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida del paciente. El tratamiento depende del estadio (etapa o extensión) de la enfermedad, de la condición del hígado y de la edad y salud en general del paciente. El médico puede recomendar la cirugía, la quimioterapia (tratamiento con fármacos anticancerosos), la radioterapia (tratamiento con rayos de alta energía), la terapia biológica (tratamiento que usa substancias que ayudan al cuerpo a combatir el cáncer) o una combinación de estos métodos de tratamiento.






No hay comentarios:

Publicar un comentario